
Tras ello preocupa a todos los conservacionistas que no se decreten y ejecuten también medidas de salvaguarda especial de la flora y la fauna criolla que habita en el Hato El Frío, y que durante décadas se mantuvo bien cuidada y resguardada, gracias al trabajo y esfuerzo conservacionista de sus propietarios y colaboradores entre los que se cuentan reputadas instituciones nacionales e internacionales, hasta ser asediada y obligada a vender el hato al Estado.
Y es que tal como se reporta y puede comprobarse sucede en otros hatos intervenidos o expropiados, la depredación de la flora y fauna ha sido brutal, por parte de los ocupantes o terceros, sin que las autoridades agrarias y ambientales hagan algo al respecto, a pesar el crimen ecológico que se realiza está a la vista y es comprobable, comparando los inventarios ambientales antes y después de la intervención o expropiación. Como sucedió en el Hato El Totumo donde de 6.000 chiguires inventariados no queda hoy ninguno.
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