
Al fin llega diciembre y a solo 31 días de despedir el año la incertidumbre resultante de un entorno definitivamente contrario a la agricultrura y la ganadería se apoderó de los productores del campo venezolano. Por un lado el cambio climático con un verano que será duro para la actividad ganadera por la escasez de pastos y de socas como de agua. Por el otro la amenaza de los "rescates" del MAT y el INTI verdaderas confiscaciones a punta de fusil de las fincas privadas sin defensa ni juicio agrario posible. A todo esto viene a sumarse el efecto del boomerang financiero tras el cierre con liquidación y/o rehabilitación de los bancos intervenidos, pues son unos cuantos bastantes los productores afectados como clientes o indirectamente. Aparte de esto, como en cada verano de los últimos 20 años, la inseguridad por los secuestros se prevé aumente por las facilidades al tránsito de los delincuentes del ramo por las sabanas y zonas fronterizas. Mención especial los productores recuerdan que continúa el control de precios de los rubros básicos mientras la inflación sobre 30% y la especulación con los insumos, mantienen negativa la rentabilidad de la mayoría de las explotaciones. Por otra parte el Gobierno también tiene su propia incertidumbre, especialmente respecto al abastecimiento de Mercal y Pdval, por los problemas derivados de la paralización de la flota privada de camiones y otras empresas que le servían propiedad del megaempresario detenido preventivamente tras el escándalo bancario. También por la caída de la producción cerealera y pecuaria, y el cierto atraso de la importaciones agroalimentarias derivadas de la sequía de dólares en Cadivi y los reajustes que han hecho los importadores frente al control de los puertos ahora estatizados.
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