En el trabajo publicado en 2009, "Intensificación sostenible de la producción silvoagropecuaria" por Tito Díaz M, Oficial Principal de Desarrollo Pecuario para América Latina y el Caribe, FAO, se refiere que la integración de cultivos y ganadería, la rotación de cultivos y la incorporación de especies forestales en los sistemas ganaderos (silvopastoreo) y agro-ganaderos (silvoagropecuarios) parecen las mejores opciones para recuperar suelos degradados y, al mismo tiempo, intensificar ó diversificar la producción en forma sostenible para hacer frente al cambio climático y satisfacer la creciente demanda de alimentos.
La región cuenta con experiencias puntuales exitosas en la integración de sistemas tropicales de agricultura-ganadería, rotación de cultivos y siembra directa de cultivos en pasturas degradadas (Landers, 2007), y en la implementación de sistemas silvopastoriles (FAO, 2008) con resultados técnicos y ambientales muy positivos. Sin embargo, estos sistemas tecnológicos no han sido adoptados masivamente y requieren una reevaluación económica en el nuevo contexto de costos de producción y precios de insumos y productos en los diferentes mercados, considerando, al mismo tiempo, las condiciones locales de acceso a capital y tecnología, servicios tecnológicos, los encadenamientos productivos y las características socio-culturales de los productores y comunidades locales en cada uno de los ecosistemas prioritarios.
La integración de la cría o el engorde de ganado en sistemas de cultivo empezó en Brasil a mediados de los años 80 como una defensa contra los precios bajos de la soya, se intensificó en la década de los 90 con la implementación de la siembra directa y sus múltiples beneficios para los cultivos y las pasturas fueron evidenciados rápidamente (Landers, 2007). Las opciones tecnológicas van desde el establecimiento de cultivos en pasturas degradadas, establecimiento de pasturas después de un cultivo anual, el uso de las áreas de cultivo para la producción de forraje como suplemento para la época seca y la introducción de leguminosas forrajeras en pasturas.
En los ecosistemas de cerrado y de sabanas ácidas de Sudamérica se utilizan principalmente las rotaciones de cultivo soya-millo-pastos y soya-maíz-pastos, respectivamente. La rentabilidad de los sistemas de producción de carne se incrementa en promedio en un 30% al incorporar un cultivo en la pastura y puede incrementarse hasta en un 50% en sistemas intensivos con riego (Landers, 2007).
Cuanto mayor sea el número y la diversidad de los cultivos en la rotación, mayores serán la biodiversidad y el potencial de control biológico de plagas y malezas. Una pastura en la fase de rotación con cultivos produce materia orgánica para el suelo y mejora su estructura y la disponibilidad de nutrientes y agua, y permite una reducción en los niveles de fertilizantes requeridos (Barcellos, 2008).
La rotación de cultivos y la integración de cultivos en pasturas degradadas puede ser una estrategia fundamental para disminuir la competencia por tierras cultivables para producción de alimentos y de agroenergía, y, al mismo tiempo, evitar la ampliación de la frontera agropecuaria a ecosistemas no intervenidos.
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