lunes, 28 de junio de 2010

De tierramenta y latifundio: el Estado debe intervenirse el mismo



Como tierramenta se refiere en el Llano a la tierra en exceso, aclarando que desde la fundación de los primeros hatos, hasta mediados del siglo XIX, la unidad de medida de la sabana fue la legua cuadrada castellana, de 1.720 hectáreas. Después le sucedería la legua "llanera" que según Daniel Mendoza (1846): "tiene algo más que la legua castellana". Caída en desuso, la legua de 2.500 hectáreas, define el tamaño mínimo de la propiedad en el Llano para calificar como hato, siempre y cuando contenga 2.000 cabezas de ganado por lo menos.
Grande entonces tenía que ser la tierra en exceso, para que el llanero acostumbrado al aforo de la inmensidad, hablara de tierramenta. Codazzi, el geógrafo, estimó el Llano propiamente dicho (Apure y Guayana) en 3.448 leguas cuadradas que junto a las sabanas de Barinas, Guárico y Barcelona, sumaba 9.000 leguas cuadradas. Desde esos estudios hasta la Ley de Reforma Agraria de marzo de 1960, la posesión ni el uso de la "tierramenta" sería tocada. Después, hasta nuestros días, no se hablaría del tema mientras el ente que sustituiría "el sistema latifundista por un sistema justo de propiedad", se convirtió en el primer terrateniente del país.


Así del Instituto Agrario Nacional - IAN, heredó el actual Instituto Nacional de Tierras - INTI, sobre 11 millones de hectáreas, más de un tercio de los 30 millones de hectáreas disponibles. Por eso al replantearse con la Ley de Tierras del 2000 y su reciente reforma de junio 2010, "acabar con el latifundismo", el Estado debe comenzar por intervenirse el mismo como primer latifundista de Venezuela que es, habiendo confiscado además casi 3 millones de hectáreas a los propietario de fincas privadas desde el 2000.

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