Gracias al esfuerzo y cuantiosa inversión de nuestros ganaderos, Venezuela se mantiene en la producción pecuaria y en respuesta del sector privado a las exigencias de la demanda agroalimentaria nacional. De allí que todo venezolano debe saber, que nuestros actuales ganaderos, son herederos de una centenaria tradición que se remonta al año 1530 cuando don Cristóbal Rodríguez procedente de El Tocuyo, fundara el primer hato llanero que se conoce a unas veinte y cinco leguas del sitio en que está hoy Calabozo, en un lugar llamado Uberito. En ese lugar junto a once familias cordobesas se estableció Rodríguez, quién llevó a aquella fundación dieciocho vacas paridas, con diez yeguas jerezanas y dos potros.
Tan extraordinarias resultarían las sabanas del Llano al ganado vacuno andaluz introducido, que para mediados del siglo XVII existían ya más de 130.000 reses censadas en el Archivo Real de Arichuna. Desde entonces y superando toda clase de vicisitudes, nuestra ganadería habría de multiplicarse y evolucionar a la modernidad, consolidándose como abastecedora fundamental de productos pecuarios y fuente de riqueza para la nación.
Por eso recordamos aquí, como la introducción del ganado en el Llano, apuntaló la fundación y crecimiento de las ciudades. Se posibilitó así el trabajo citadino distinto de la cría o los cultivos, mientras desde sus hatos, los ganaderos suplían de carne, leche y queso, a las ciudades. Desde entonces, tal como el desarrollo más urbano del país demuestra, la cómoda vida en las ciudades no sería posible, sin que nuestros ganaderos sigan adelante, en la actividad tradicional del campo venezolano que es la ganadería.
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