sábado, 2 de julio de 2011

Honrad al campo

Compleja es la actividad agrícola de cualquier país, más aún su conducción. Por eso en el ocaso ya de la más oscura y desacertada gestión en la historia agrícola de Venezuela, es inmediata la necesidad de que el país enrumbe la conducción del sector primario de la economía bajo el concepto de agricultura por y para los agricultores. Después de todo, los que todavía siembran y  crían ganado contra toda expectativa, deben ser lo suficientemente capaces para dirigir su sector.

En agricultura más que en cualquier actividad humana, las mejores ideas no prosperan sino por demostración y convencimiento de los sujetos fundamentales de la actividad: los productores. Estos en cierto grado son si se quiere conservadores o tradicionales, sin dejar de ser innovadores y tomar sus riesgos. Pero de allí a que acepten calladamente sin contrapartida la imposición de una política agrícola que no los considera, imposible.

Por eso los productores y técnicos del campo rechazamos ese estilo y actitud de gestión autoritaria, prepotente, excluyente, que se extendió todos los entes del Estado o donde interviene, y que debe ser erradicada por sus efectos contraproducentes al desarrollo agropecuario nacional.  De allí que casi todos los planes y programas agrícolas inconsultos que el Estado acomete no se ejecutan a término ni prosperan, con pérdida total del dinero público y el irrecuperable tiempo.

Ciertamente al no procurar y obtener el apoyo y participación masiva de los productores por los inconsulto, autoritario o irracionales de planes y programas, el Estado no puede esperar mayores logros en la agricultura, sino estancamiento y retroceso productivo que entonces lo obliga a la más costosa dependencia en agroimportaciones.  “Honrad al campo, honrad la simple vida del labrador y su frugal llaneza” (Andrés Bello. Silva a la agricultura de la zona tórrida. 1826).

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