En agricultura más que en cualquier actividad humana, las mejores ideas no prosperan sino por demostración y convencimiento de los sujetos fundamentales de la actividad: los productores. Estos en cierto grado son si se quiere conservadores o tradicionales, sin dejar de ser innovadores y tomar sus riesgos. Pero de allí a que acepten calladamente sin contrapartida la imposición de una política agrícola que no los considera, imposible.
Por eso los productores y técnicos del campo rechazamos ese estilo y actitud de gestión autoritaria, prepotente, excluyente, que se extendió todos los entes del Estado o donde interviene, y que debe ser erradicada por sus efectos contraproducentes al desarrollo agropecuario nacional. De allí que casi todos los planes y programas agrícolas inconsultos que el Estado acomete no se ejecutan a término ni prosperan, con pérdida total del dinero público y el irrecuperable tiempo.
Ciertamente al no procurar y obtener el apoyo y participación masiva de los productores por los inconsulto, autoritario o irracionales de planes y programas, el Estado no puede esperar mayores logros en la agricultura, sino estancamiento y retroceso productivo que entonces lo obliga a la más costosa dependencia en agroimportaciones. “Honrad al campo, honrad la simple vida del labrador y su frugal llaneza” (Andrés Bello. Silva a la agricultura de la zona tórrida. 1826).
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