Subsidio de alimentos si, controles no

Hace 24 años desde la Universidad de Cornell, señalaba el profesor Michael Lathan, que “los pobres, los hambrientos, los malnutrido, son incapaces de vivir una vida normal, tienen menos chance de completar su potencial como seres humanos; y no pueden contribuir al desarrollo de sus países”.  También indicó que muchas acciones gubernamentales y malas políticas, no consideraban las implicaciones nutricionales agravando la desnutrición.

Como la demanda de alimentos está determinada por el ingreso per cápita y los precios de los alimentos, el profesor Latham reflexionaba:  “Si los pobres son los más vulnerables al déficit de alimentos y la malnutrición, entonces toda política que aumente el poder adquisitivo de las familias, las proveerá con el potencial para mejorar su nutrición”.

Otra manera efectiva es a través del subsidio alimentario directo, no el control de precios de alimentos que afecta la producción y traslada el problema a los productores que son parte fundamental de la solución al hambre, manteniendo y aumentando la producción que permite reducir o sostener los precios. En consecuencia la reducción de la oferta interna presiona más los precios, es causa de desabastecimiento y aumenta la dependencia en importaciones que si no se administran bien, pueden competir deslealmente con la producción nacional y desplazarla inclusive por completo.

En Venezuela viendo los anaqueles vacíos o semivacíos en los detales de alimentos, estas consideraciones merecen la más urgente reflexión entre los responsables actuales de la política agroalimentaria y entre quienes aspiran y se preparan para reemplazarlos en 2012.

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