En la gran extensión de territorio, que, como la vasta superficie del océano, presenta alrededor un inmenso círculo cuyo centro parece estar en todas partes, se veían de distancia en distancia ora pueblecillos con pocos habitantes, ya rústicas casas con techos de hojas secas de palmeras, que en medio de tan gran soledad parecían ser los oasis de aquel a la vista desierto ilimitado.
Constituían estos terrenos las riquezas de muchos individuos, riquezas que no sacaban de las producciones de la tierra, sino de la venta de las innumerables hordas de ganado caballar y vacuno, que pacían en aquellas soledades con tanta libertad como si estuvieran en la patria que el cielo les había señalado desde los primeros tiempos de la creación. Estos animales, descendientes de los que tuvieron en la conquista tanta parte como los mismos aventureros a cuyas órdenes servían, eran muy celosos de su salvaje independencia; y muchas y grandes fatigas se necesitaban para obligarlos a auxiliar al hombre en la obra de la civilización. Tocaba acometer tan atrevida presa al habitante de los llanos; y cómo podían estos alcanzar tan difícil y peligroso empeño, se comprenderá recordando el linaje de vida a que estaban sometidos."
Ref. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Serie Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela. Vol. I: Autobiografía del general José Antonio Páez Tomo I por José Antonio Páez. Caracas, 1987, 545 pp.
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