Sin embargo no sirven, ni el reconocimiento ni el alegre descargo en el "capitalismo", de solución alguna a la crisis alimentaria que el mismo Presidente ha causado y causará mientras insista en seguir adelante y hasta el final de su ejercicio, con las políticas de economía y cambio controlados, de agricultura de puertos, y de despojos agrarios que acaban con la propiedad y la iniciativa privada, y ejecuta en su anticonstitucional afán de instaurar el comunismo en Venezuela.
Siendo severa la crisis alimentaria, la solución más permanente es la agricultura y no los puertos, definición de obligada educación política y ciudadana en un país petrolero y de mentalidad predominantemente minera. En ese sentido planes y programas deberán ser implementados lo más prontamente, tras el país elegir y darse un nuevo Gobierno que si considere la agricultura y la alimentación como prioritarias y que además establezca las bases de una determinación agrícola nacional para que los futuros gobiernos continúen planes agrícolas del más largo plazo.
Mientras es de advertir al país que el entorno hostil que se mantiene de controles, amenazas y despojos agrarios, niega cualquier aumento sustancial de la producción aun disponiéndose por ley de todo el dinero crediticio agrícola desde la banca pública y privada. En Venezuela no es por falta de crédito que no hay agricultura, es por falta de política agrícola que estimule al productor del campo.
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