Ahora que Venezuela enfrenta un tercer mandato presidencial y sin mayores posibilidades de cambio hacia mejor, conviene al país saber que el campo no se raja. Y siendo entonces que desistir de las actividades agrícolas, no figura en el ánimo inmediato de nuestros productores, tendrá mucho que cuidarse el mandatario de no generar una estampida entre los pocos que sobreviven a sus erróneas políticas. Durante el tercer período de gobierno que irá de 2013 a 2019, el reto agroalimentario será mayor que todos los anteriores. También será más costoso de seguir cubriendo por la vía acostumbrada de los puertos. En consecuencia, insistir en políticas fracasadas, solo conducirá al abatimiento final de la producción nacional.
En ese sentido la extensión en el nuevo período de gobierno de las políticas de controles de precios y de terror agrario, sería del todo desacertada. Como mayores responsables de la caída y retroceso de la producción agrícola nacional entre 1999 y 2012, ambas políticas son contrarias a la seguridad alimentaria y no deberían continuar. Sin embargo los escenarios posibles que los del campo prevemos son solo dos. Uno donde la inercia política hace que el mandatario insista en más controles de precios y más terror agrario, lo que podría suceder de inmediato o comenzando el nuevo año y período. El otro donde se mantienen los controles y el terror agrario no se generaliza pero se hace aún más selectivo.
En ambos escenarios, la prudencia luce será clave. Prudencia en el gobierno para no empeorar la situación de la agricultura y los agricultores, y no desabastecer más al país. Prudencia en el sector productor para seguir adelante, para sobrevivir. Por sobre todo paciencia, algo escaso o ausente en gobiernos y gobernantes autoritarios, pero fundamental y propia de todo aquel que es agricultor o ganadero.
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