sábado, 19 de mayo de 2007

En defensa de los inmigrantes agricultores

"Esta llamada Tierra de Gracia, hoy en desgracia, le debe gran parte de su desarrollo a la inmigración europea. La agricultura, la construcción y la pequeña industria en general florecieron por la laboriosidad e ingenio de estos compatriotas nacidos en otros lares. Hoy, al igual que el resto de los ciudadanos, ellos sufren las violaciones a la propiedad privada y a la libertad de comercio propiciadas por un régimen militarista que quiere conducirnos al modelo cubano.

Joao Rodríguez Agostinho dejó hace 54 años su Portugal “donde termina la tierra, donde comienza la mar”, como narra el gran poeta Camoes, para venir a Venezuela, donde comienza la tierra, donde termina la mar, en búsqueda de nuevas oportunidades. Aquí estableció un “latifundio” de 3,5 hectáreas, arrendadas en los Altos Mirandinos para sembrar repollo y lechuga. Ahora, la Sala Constitucional del TSJ sentenció que “solo los venezolanos pueden disfrutar del régimen de uso y tenencia de la tierra contemplado en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario”. ¡Qué injusticia! De no ser por los inmigrantes portugueses los venezolanos no habríamos aprendido a comer “monte”, como todavía le dicen algunos llaneros a las hortalizas.



Desde mis tiempos de extensionista agrícola aprendí a valorar el trabajo en el campo de la colonia lusa. Cuando los visitaba en Tibrón y en los valles de Aragua, a eso de las 9am los conseguía tomando un breve descanso acompañado de la infaltable polarcita que me invitaban a compartir. En vez de trasladarse a la península y “facer la vía del calatraveño” del Marqués de Santillana o recorrer el Camino de Santiago, Pepe prefirió dejar Canarias y atravesar el Atlántico. En las cercanías de Cagua se dedicó a sembrar cambures. Mis colegas expertos en riego montaron muchos ensayos para determinar la mejor frecuencia de riego y así asesorar a Pepe para que elevara su productividad. Inexorablemente, los resultados de la mejor frecuencia era la que aplicaba el isleño. Azotado por los robos en la zona, Pepe se trasladó a Yaracuy a sembrar caña de azúcar. Hoy, su pequeña finca está invadida por gente que no tiene vocación agrícola. Todo bajo la mirada complaciente del Instituto de Tierras y del Ministerio de Agricultura ¿ Así pretendemos que se siembre más caña para suplir el déficit de azúcar y también para producir etanol?


Giuseppe salió de Sicilia y en lugar de tomar como Pedro la Vía Appia, irse a la bella Riviera Ligure o al desarrollado Norte italiano, prefirió venirse a contribuir al crecimiento de nuestra agricultura. Como buen italiano, se enamoró del llano y de la abundante cacería existente en la década de los 50. Adquirió unas tierras en Barinas, sembró maíz y sorgo y estableció una ganadería de engorde. Hoy la finca está invadida y Giuseppe y el país están perdiendo el fruto de su trabajo.

Mientras tanto, el inepto ministro Elías Jaua declara que “el desabastecimiento es producto de un plan de desestabilización dirigido por sectores de la oposición” y nos incita a que “vengan a tumbarnos”. Si queremos solucionar los problemas de la agricultura y todos los que aquejan al país, necesariamente tenemos que proponernos desplazar constitucionalmente del poder al teniente coronel, contando con el apoyo de los sectores que de buena fe lo han apoyado y que se han dado cuenta que los engañó."

Ref. Eddie A. Ramírez S. Joao, Pepe y Giuseppe. Caracas, Mayo 2007. E-mail: eddiearamirez@hotmail.com


NdE. "El racismo es una violación a los derechos humanos que consiste en la discriminación de las personas en razón de su pertenencia étnica o nacional, de modo tal que unas se consideran superiores a otras. Las actitudes, valores y sistemas racistas establecen, abierta o veladamente, un orden jerárquico entre los grupos étnicos o nacionales, utilizado para justificar los privilegios o ventajas de las que goza el grupo dominante. Las Naciones Unidas ha establecido el 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.

Históricamente, el racismo ha servido para justificar crímenes de lesa humanidad como el genocidio y diversas formas de dominación de las personas como la esclavitud, el colonialismo y el imperialismo. El racismo suele estar también relacionado con el etnocentrismo, el chauvinismo y la xenofobia.

El racismo es generalmente un término aplicado a las acciones de un grupo dominante en una sociedad sobre los otros. Los grupos más débiles tienen menos probabilidades de manifestar racismo públicamente en contra de un grupo más poderoso por razones prácticas.
La xenofobia es uno de los prejuicios con recelo, odio, fobia y rechazo contra los extranjeros, o, en general, contra los grupos étnicos diferentes, o contra personas cuya fisionomía social y cultural se desconoce. En la última década del siglo XX se manifestó muy agresivamente en todas las sociedades y en lugares donde cohabitan diferentes grupos étnicos, que no están ni mezclados ni integrados en las comunidades autóctonas. Como el racismo, la xenofobia es una ideología del rechazo y exclusión de toda identidad cultural ajena a la propia. Se diferencia de éste por proclamar la segregación cultural y aceptar a los extranjeros e inmigrantes sólo mediante su asimilación sociocultural.

La xenofobia se basa en los prejuicios históricos, lingüísticos, religiosos, culturales, e incluso nacionales, para justificar la separación total y obligatoria entre diferentes grupos étnicos, con el fin de no perder la identidad propia. Combinando estos prejuicios con el poder económico, social y político la xenofobia de la mayoría, rechaza y excluye los extranjeros, inmigrantes a la medida que ve en ellos un competidor por los recursos existenciales.

En Venezuela puede aseverarse sin ninguna duda que el racismo y la xenofobia está siendo puesto en práctica mediante el terror agrario y la violencia política dirigida contra los productores agropecuarios inmigrantes y sus descendientes, especialmente europeos: españoles, portugueses, italianos, entre otros.




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