jueves, 1 de julio de 2010

Un desastre soya financiada por Banco Agrícola


Desde Anzoátegui, no son buenas las noticias del cultivo de la soya. Menos del dinero crediticio otorgado por el Estado para su siembra. De 9.000 hectáreas de soya sembradas en Anzoátegui a principios de junio por 180 pequeños productores, se perdieron 5.600 hectáreas. Esto es el 62,22% de pérdida de las tierras sembradas. Los productores aseguran que la semilla sembrada de la variedad “Sambaibu” importada de Brasil, solo germinó en el 37,7% del área de siembra. Según los productores afectados, “el mayor porcentaje del grano no brotó porque es para uso industrial y no fue clasificado para la siembra, no se hizo la selección del grano”. El tamaño de la semilla no era uniforme con granos de todos los tamaños y eso afecta la germinación. De acuerdo a los planes, la siembra se hizo los primeros días de junio, con plazo de siete días para que germinara la semilla, y en 120 días se esperaba recoger la cosecha. El financista de la siembra perdida es el Banco Agrícola de Venezuela (BAV) quién otorgó el 5 de junio los créditos respectivos, incluyendo las semillas importadas, la cal, los fertilizantes y los insecticidas. El monto del crédito otorgado fue de 3.400 BsF/ha para un total de BsF. 30,7 millones (US$ 11,8 millones al cambio de 2,60 BsF/US$ que es al que se importa la soya) sobre las 9.000 hectáreas sembradas de las cuales se perdieron al no germinar la semilla, 5.600 hectáreas con monto total de pérdidas de BsF. 19,04 millones o US$ 7,3 millones. Para variar ni una sola hectárea de siembra financiada por el BAV, fue asegurada. Observando desde lejos este fallido programa de cultivo de soya en Anzoátegui, financiado por un banco estadal y recursos públicos que se pierden, luce evidente la ineptitud gerencial y técnico-administrativa del ente financista, desconociendo las recomendaciones técnicas existentes en Venezuela como fruto de la investigación agronómica, para el cultivo exitoso de la soya. De ellas recordamos aquí, que aparte de la preparación de tierras, la fertilización adecuada incluye la obligada inoculación con bacterias específicas de Rhizobium de las semillas antes de su siembra a las dosis que han sido recomendadas por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas – IVIC, más un adherente. Además para lograr buenos rendimientos, la semilla debe ser de alta calidad debiendo cumplir los requisitos de certificación oficial. Y en cuanto a las variedades a utilizar, estas deben ser comprobadamente adaptables al medio, que no parece ser el caso de la semilla importada utilizada, y tener un porcentaje de germinación no menor de 80%, y mejor de 85-90% con lo que se requiere menos kg de semilla por hectárea para lograr una densidad de población de unas 400.000 plantas por hectárea. Como quiera que las elevadas pérdidas, dejan a los agricultores de soya de Anzoátegui en la imposibilidad de pagar los créditos recibidos del Banco Agrícola de Venezuela con el producto de la eventual cosecha del 37,7% del área de siembra, el problema mayor es definitivamente del ente financista estatal, incapaz de restituir el total del capital prestado menos de cobrar interés alguno. Ciertamente los negociantes de la semilla de soya importada de Brasil que no germinó tienen muchas explicaciones que dar. También quién se las permisó y compró como suministro al programa de 9.000 hectáreas financiadas de siembra. Y ante la pregunta obligada que nos hacemos todos los venezolanos, de hasta cuándo se dilapida el dinero público en planes y programas fracasados, la respuesta es que la fiesta debe estar próxima a tocar ya a su fin. El país saqueado y endeudado hasta lo imposible, no puede tolerar más que se siembre soya o cualquier otro rubro con semillas que no germinen, ni que los alimentos que no se producen y se importan para saciar el hambre del pueblo, se pudran en contenedores.

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