Para el año 2050 se estima que la demanda agrícola global está proyectada crecer entre 70 a 100 por ciento, dado el crecimiento demográfico, las demandas de energía, y los más altos ingresos en nuestros países en vías de desarrollo. Cubrir entonces la demanda agrícola con los recursos existentes requerirá el aumento de la producción y productividad agrícola en un nivel similar.
En Venezuela donde las actividades de investigación y desarrollo agrícola por parte del Estado son precarias aún cuando consume ingentes presupuestos, y siendo la privada muy limitada, su incidencia es prácticamente cero en el aumento de la productividad agrícola. En consecuencia, y aunado a la política de despojos agrarios y controles de precios que aplican, el crecimiento agrícola nacional respecto a la mayor demanda interna que el crecimiento demográfico exige para 2050, se encuentra severamente comprometido.
Ante estas perspectivas, es urgente que en Venezuela se reviertan las políticas y medidas antiagrícolas que se aplican. Pensando a futuro nuestra agricultura, cuanto antes debemos emprender el aumento sostenible de la producción agroalimentaria. Para ello es esencial recuperar la confianza de los inversionistas, comenzando por la restitución y/o compensación por parte del Estado de los propietarios despojados de sus fincas y empresas; garantizando el respeto al derecho de la propiedad privada; estableciendo la libertad de mercado, la libre competencia y reglas claras. Y aunque el tiempo perdido no puede recuperarse, retomar cuanto antes el sendero de la producción y productividad deberá permitir para 2050 reducir el déficit agroalimentario de Venezuela a niveles más manejables, haciendo las agroimportaciones complementarias y no sustitutivas de la producción, como a espaldas de los productores y de los consumidores todavía se realizan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario