A la hora de comer el mundo se divide en tres grupos de personas: los que no comen, lo que mal comen y los que comen bien. De los primeros según la FAO hay en el mundo más de mil millones de personas y clasifican como hambrientas, que son el 15 % de la población mundial. Del 85 % restante, no hay estadísticas disponibles de su dietética, pero cuando hablamos de comer insuficiente o en exceso, sin cuidar la calidad ni el balance de los nutrientes, los que mal comen superan con creces a los que comen bien. Y siendo entonces que la mayor parte del mundo come mal, los que comen bien son una minoría.
Resumidos en tres los grupos dietéticos humanos, los que no comen o hambrientos han causado, de acuerdo a la FAO, “una renovada atención política a la seguridad alimentaria mundial y a su gobernanza que ha suscitado promesas de asignar más recursos a la agricultura y la seguridad alimentaria”. Sin embargo, la solución del problema es lograr primero que coman, mal o bien pero que coman. Y en el caso de los que mal comen, su atención incluye que no dejen de comer y pasen a hambrientos, sea por pérdida del poder adquisitivo, de escasez de alimentos o ambas causas a la vez. Esto mientras se asegura la posibilidad de que las personas puedan comer bien.
Para ello es requisito indispensable que exista seguridad alimentaria, que existan condiciones para acceder y adquirir los alimentos que se necesitan y se dispongan de ellos en todo momento y en cantidades suficientes para una dieta sana y balanceada. Además del poder adquisitivo, de la disponibilidad de los alimentos y su calidad, la educación nutricional es decisiva. Al final del mejor esfuerzo por la nutrición adecuada, tanto al nivel individual o colectivo, la observancia o ignorancia de los conceptos y guías nutricionales, define quien come bien o mal.
Ref. Pedro E. Piñate B. Comer bien. Notas Agropecuarias Venezuela. Agosto 1ro, 2011.
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