domingo, 4 de septiembre de 2011

Elementos para un balance agroalimentario

hambriento165x314“Hacer un alto y reflexionar sobre la situación de cualquier área es aconsejable. El país necesita que hagamos reflexiones, que deriven en acciones, sobre la marcha de muchas actividades que nos interesan como individuos y como sociedad y, en esa tarea, debemos participar todos, tanto desde una perspectiva individual como hasta aquella que pueda sumarse al tejido existente en la sociedad y que tiene que ver con la actividad en consideración.

En el mundo de hoy se expresan los resultados derivados de la actuación de los países producto de los acuerdos alcanzados después de la segunda guerra mundial, que ha influido en la orientación política en la mayoría de la sociedad mundial y que se concreta con modelos de crecimiento económico, político y social. La concepción del desarrollo, criterio que emerge en la pos guerra, ha sufrido variaciones y actualmente hace énfasis en el desarrollo humano, como un proceso esencialmente amigable donde destaca la cooperación entre los individuos y para con uno mismo, y que implica una expansión de la libertad como clave para hacer frente a las privaciones, miseria, opresión, persistencia de hambrunas, violación de libertades democráticas, degradación del medio ambiente, etc., en fin el desarrollo humano consiste en el proceso de expansión de las libertades reales que disfruta la gente, tal como ha sido concebido por Amartya Sen, Premio Nobel de Economía 1998.

Esa orientación que ha predominado en el mundo ha influido en todos los países y Venezuela no escapa a esa realidad. Adicionalmente, hemos tenido la influencia derivada de la condición de país poseedor de grandes reservas de petróleo, ingrediente protagonista del desarrollo industrial en el mundo y fuente casi exclusiva de los recursos financieros del Estado-Gobierno que ha usado esa riqueza para promover procesos al servicio de visiones de país acopladas a los intereses de los factores políticos en el poder.

La Venezuela petrolera deja de vivir de la agricultura y la gente abandona el campo y se va a la ciudad en donde tiene mejores oportunidades de crecer en lo personal, con más posibilidades de estudio, mejores servicios de salud y más oportunidades de trabajos. La agricultura como actividad destinada a la producción de alimentos pierde prioridad porque los recursos provenientes del petróleo permiten resolver el problema del abastecimiento alimentario de la población, por lo tanto el sector ha sido desestimado a la hora de formular los planes nacionales de desarrollo.

La atención de los gobiernos a la materia agroalimentaria ha privilegiado una política de precios en estrecha vinculación a las políticas macroeconómicas asociadas al control de la inflación y a la administración de las divisas requeridas para la importación de alimentos e insumos para el sector.

Es indiscutible que la agricultura en Venezuela ha ido perdiendo influencia como sector de la economía, en particular el eslabón de la producción, y ello se evidencia al constatar que la administración pública recoge los datos de la contribución de la agricultura a la economía nacional destacando solamente el sector primario de la producción, cuando en realidad debería valorarse tanto las necesidades de insumos para la producción, como las contribuciones asociadas con la transformación y comercialización de los productos.

Lo hasta aquí expresado constituye un rasgo que ha existido desde la aparición del petróleo hasta el presente, a través de gobiernos, dictatoriales, revolucionarios, democráticos de corte social demócrata, socialcristiano y en la revolución bolivariana. Para los gobiernos el problema ha sido y es la disponibilidad de alimentos para el consumidor y ello ha sido resuelto mediante el desarrollo de una robusta estructura portuaria y red de almacenamiento y distribución, que sustituye la necesidad de construcciones de vías de penetración rurales, proyectos de riego, drenaje, saneamiento ambiental, red de educación y servicios médico asistenciales en el medio rural, en fin todo el agrosoporte técnico, financiero y de servicios para que la Venezuela rural adquiera capacidad competitiva para producir los alimentos que requiere la exigua población del país.

Una gestión de gobierno de más de una década es tiempo suficiente para haber identificado un camino y haber formulado políticas destinadas a modificar la orientación preexistente y haber evaluado los resultados.

Ello no ha ocurrido en correspondencia con los métodos científicamente aceptados para la formulación de políticas, su puesta en ejecución, su evaluación y aplicación de correctivos. Antes por el contrario han proliferado una gran cantidad de instrumentos legales destinados a regular las libertades de desarrollo y gestión dentro del sector cuyos resultados no se han traducido en mayor producción nacional, mayor calidad y diversidad de productos y mayor bienestar para aquellos que han abrazado la agricultura como proyecto de vida.”

Ref. Juan Troconiz. Panorama Agroalimentario. Editorial Nº 126. Maracay, 4 de septiembre de 2001.

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