jueves, 1 de marzo de 2007

Cartas al Editor: Mercadeo agrícola para ministros

"En Portuguesa, todos los veranos, religiosamente hay una fiesta en la ciudad de Guanarito. La fiesta la da una mano invisible. No hay invitación. Pueden asistir todos los interesados y sin tener que pedir permiso a nadie. No importa si llueve o no. Si hace frio o calor. Todos los interesados van. En fin aquel que quiera ver como se arma la fiesta solamente tiene que ir a la
redoma de Guanarito y tomarse un cafecito. Ahí se ven a los asistentes a la fiesta: están los productores que pensando que se van a ganar algo, se arriesgan, invierten y siembran patillas. Asisten los transportistas que también pensando que se van a ganar algo, les compran las patillas a los productores. Asisten los caleteros que pensando que se van a ganar, algo se instalan en la redoma de entrada a esperar los camiones, y ahí estarán desde la madrugada hasta que les vaya el sol de los venados. Nadie los manda o mucho menos les ordena. Ellos hacen solos lo que les interesa hacer. Asisten también, los vendedores de abono, semilla, los caucheros de la carretera, los dueños de las bombas de gasolina, los dueños de areperas. Todos ellos de alguna forma misteriosa para mi, se dan de cuenta que va haber un incremento en el trafico y se preparan para ello. Pasa el tiempo y por fin comienza a salir la cosecha y alguien, no se quién es y nadie lo conoce establece el precio de digamos 15 equis el kilo, y en menos de 7 días hay puestos de vender patillas en todas las carreteas del país. Hay patillas en todos los barrios tantos de rico y de pobres y a medida que avanza la cosecha la patilla llega hasta el más apartado rincón del país. De buenas a primera alguien, no se quién, da la orden que ahora la patilla vale 12 equis el kilo. Y sigue saliendo más y más patillas y después de un lapso vale 9 equis el kilo y después a los pocos días todos se ponen de acuerdo y ponen la patilla a 4 equis y de repente y en la misma forma espontánea que comenzó, termina. Ya los camiones no vienen, los caleteros se van para sus casas, y todo vuelve a la normalidad otra vez hasta el siguiente año, o hasta que se arme esa otra fiesta que es la de vender pescado."

Ref. Manuel Rodriguez Calabozo, 01/03/07 E-mail: m_rodriguez_t@hotmail.com

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