
"el país sigue a la espera de un ministro agrícola que entienda de agricultura"
Y es que aun descargado de las responsabilidades que le fueron traspasadas al nuevo Ministerio de Alimentación, el hombre ha sido incapaz de hacer andar el carro de la agricultura nacional cuyas metas entonces no logra alcanzar. Esto además debido al encierro ideológico en que vive, que le impide dialogar siquiera con los productores no afectos al Gobierno que son la mayoría, a
quienes considera y trata de enemigos de la revolución.
En estas condiciones, nada que se proponga este ministro agrícola de los del campo obtendrá, pues la aversión que entre los productores ha generado es tal, que dificulta se labren los campos y se logren las cosechas a la medida del plan oficial.
De allí que no es excusa que valga, culpar a otros de la crisis de abastecimiento que es la de producción nacional de alimentos, en que ha resultado su fracasada gestión. No medida por la memoria y cuenta 2006 del MAT, sino por los anaqueles vacíos y la desconfianza del sector productor ante los últimos decretos.
Por eso achacar al "Paro Cívico Nacional" de diciembre 2002, la reducción de la producción ganadera en marzo 2007 y eludir así hablar de la verdadera causa que es el terror agrario desatado contra los propietarios de fincas, es solo un recurso político retardando su despedida. Mientras, el país sigue a la espera de un ministro agrícola que entienda de agricultura y no lo manden desde Cuba.
Ref. Pedro E. Piñate B. // Ministro agrícola. El Universal - Caracas, Jueves 15 de marzo de 2007. Opinión.
Cuatro siglos antes de Cristo, filosofando preguntó Platón a Glaucón: ¿Cuáles son los mejores labradores?, a lo que éste rápido y certero contestó: "Sin duda aquellos que más entienden de agricultura". Veinticinco siglos después, a pesar de estas enseñanzas y la urgencia de aumentar la producción nacional de alimentos, es extraño que en Venezuela los ministros designados del ramo no sean labradores ni entendidos de la agricultura.
Sirviendo un ministro de Agricultura como secretario, consejero y responsable del ente oficial rector del agro ante el Presidente y colegas de gabinete, su entendimiento de la agricultura se extiende a quienes acompaña en el Gobierno, pero también a todos los actores de la cadena agroalimentaria, desde productores hasta consumidores, que demandan una gestión ministerial eficiente.
Por eso preocupa que ante el desabastecimiento que se sucede hoy día de materias primas y alimentos, se insista desde el Gobierno en mantener de ministro agrícola a alguien tan desentendido de la agricultura como el titular actual.
Y es que aun descargado de las responsabilidades que le fueron traspasadas al nuevo Ministerio de Alimentación, el hombre ha sido incapaz de hacer andar el carro de la agricultura nacional cuyas metas entonces no logra alcanzar. Esto además debido al encierro ideológico en que vive, que le impide dialogar siquiera con los productores no afectos al Gobierno que son la mayoría, a
quienes considera y trata de enemigos de la revolución.
En estas condiciones, nada que se proponga este ministro agrícola de los del campo obtendrá, pues la aversión que entre los productores ha generado es tal, que dificulta se labren los campos y se logren las cosechas a la medida del plan oficial.
De allí que no es excusa que valga, culpar a otros de la crisis de abastecimiento que es la de producción nacional de alimentos, en que ha resultado su fracasada gestión. No medida por la memoria y cuenta 2006 del MAT, sino por los anaqueles vacíos y la desconfianza del sector productor ante los últimos decretos.
Por eso achacar al "Paro Cívico Nacional" de diciembre 2002, la reducción de la producción ganadera en marzo 2007 y eludir así hablar de la verdadera causa que es el terror agrario desatado contra los propietarios de fincas, es solo un recurso político retardando su despedida. Mientras, el país sigue a la espera de un ministro agrícola que entienda de agricultura y no lo manden desde Cuba.
Ref. Pedro E. Piñate B. // Ministro agrícola. El Universal - Caracas, Jueves 15 de marzo de 2007. Opinión.
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