
En este nuevo escenario que forzará pronto y sin duda al ajuste macroeconómico, en Venezuela debería tocar fin la agricultura de puertos y promover condiciones de estímulo a la vuelta al campo. Esto porque el mayor costo de los alimentos importados junto a la menor disponibilidad de dólares provenientes del ingreso extra petrolero que ahora se esfuma, presionará aún más la inflación. También desde el punto de vista político tendrá efectos implacables sobre quién ignorando y excluyendo a todos los demás, dilapidó el dinero de todos los venezolanos en cantidad superior a los 700.000 millones de dólares que el Congreso de los E.U.A. autorizó
para el auxilio inmediato de su sistema financiero.
Como quiera que en Venezuela la vuelta al campo no es cosa de decreto-ley, precisamos que en primer lugar debe suspenderse y mejor derogarse la Ley de Tierras; garantizarse la propiedad
privada rural por todos los medios, desocupando y combatiendo toda invasión a finca particular. También resarcirse a los propietarios afectados por intervenciones y confiscaciones agrarias; restablecerse la seguridad rural y fronteriza; cambiar todo el gabinete agrícola por funcionarios idóneos y competentes, sobre todo honrados, reduciendo la inútil burocracia que carcome el dinero público de la agricultura y la alimentación en dos ministerios que deben ser solo uno.
Todo esto además de liberar los precios al productor; mantener los subsidios de alimentos básicos a los consumidores de bajos recursos; y restablecer el régimen de aranceles para que la agricultura nacional pueda entonces competir en igualdad de condiciones lo que no sucede desde hace 10 años. Amigos productores y demás inversionistas del agro y la cría: estén atentos a las señales del camino que indiquen la vuelta al campo. Cuando las vean, más temprano que tarde como parece que aparecerán, sigan derecho y no se devuelvan: El futuro está en el campo
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