
Al respecto es obligatorio señalar que en la Venezuela actual, insistir en más controles cuando estos han fracasado, solo conducirá a agravar el desabastecimiento de alimentos. Y es que con tantos controles no es de extrañar que muchas de las empresas del ramo que todavía a duras penas operan, se rindan y cierren antes de quebrar porque no pueden trabajar a pérdidas, ni tampoco sometidas al ultraje y chantaje frecuente de cuanto funcionario y organismo oficial pase a inspeccionarlo. Por otra parte en medio de la crisis financiera mundial y la caída del precio del petróleo que afecta directamente los ingresos nacionales, no luce nada sensato ponerle más trabas al sector agroalimentario, fundamental para salir adelante.
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