
Las consecuencias ambientales del fuego en los pastizales y pastos dependen del entorno y de las condiciones de su aplicación. La quema controlada en las sabanas tropicales tiene un impacto ambiental significativo, debido a la extensión de tierra afectada y al relativo bajo nivel de control. Cada año se queman extensas áreas de sabana en los trópicos húmedos y subhúmedos con miras a la ordenación de los pastos. En el año 2000, la quema afectó a unos 4 millones de km2. Más de las dos terceras partes de esta superficie correspondió a zonas tropicales y subtropicales (Tansey et al., 2004). Globalmente, cerca de tres cuartas partes de las quemas se presentan fuera de los bosques.
En el año 2000 la quema de sabanas representó el 85 por ciento de la superficie quemada en América Latina, el 60 por ciento en África y cerca del 80 por ciento en Australia. Usualmente, la quema de sabanas no se toma en consideración en los resultados de las emisiones
netas de CO2, ya que las cantidades de dióxido de carbono liberadas en la quema son recapturadas con el rebrote de la hierba. Además de CO2, la quema de biomasa también libera cantidades importantes de otros gases traza con relevancia global (NOx, CO, y CH4) y aerosoles (Crutzen y Andreae, 1990; Scholes y Andreae, 2000). Los efectos sobre el clima incluyen la formación de smog fotoquímico, hidrocarburos y NOx. Muchos de los elementos emitidos contribuyen a la producción de ozono troposférico (Vet, 1995; Crutzen y Goldammer, 1993), que es otro importante gas de efecto invernadero con influencia sobre la capacidad de oxidación de la atmósfera, mientras que el bromuro, liberado en cantidades significativas por los incendios de las sabanas, causa una disminución del ozono estratosférico (Vet, 1995; BAD, 2001).
Las columnas de humo pueden ser redistribuidas localmente, transportadas a través de la troposfera más baja o entrar en los patrones de circulación a gran escala en la troposfera media o alta. Con frecuencia los incendios en las áreas de convección elevan los elementos a las partes altas de la atmósfera generando un potencial para el aumento del cambio climático. Las observaciones vía satélite han encontrado extensas zonas con niveles elevados de O3 y CO en África, América del Sur y la parte tropical de los océanos Atlántico e Índico (Thompson et al., 2001).
Los aerosoles producidos por la quema de la biomasa de los pastos dominan la concentración atmosférica de aerosoles a lo largo de la cuenca amazónica y de África (Scholes y Andreae, 2000; Artaxo et al., 2002). Las concentraciones de las partículas de aerosol son altamente estacionales. Un pico obvio durante la estación seca (estación de quemas) contribuye al enfriamiento a través de un aumento en la diseminación atmosférica de la luz entrante y del suministro de núcleos de condensación de nubes. Altas concentraciones de núcleos de condensación de nubes como efecto de la quema de biomasa estimulan la producción de lluvia y afectan a la dinámica del clima a gran escala (Andreae y Crutzen, 1997).
Ref. FAO. 2009. Los múltiples aspectos climáticos de las quemas de las sabanas tropicales. En: Henning Steinfeld, Pierre Gerber, Tom Wassenaar, Vincent Castel, Mauricio Rosales, Cees de Haan. 2006. La larga sombra del ganado. Problemas ambientales y opciones
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