A la gente hambrienta se le dejó sin comer

Un contenedor standard para el transporte internacional marítimo (40’x 8´6¨ Dry Freight ISO Cargo Shipping Container), mide 40 pies o sea 12,192 metros de largo, por 2,591 m de alto y 2,438 m de ancho. Su tara es 3.655 kg y la carga posible (payload) es de 26.825 kg, para un peso total de 30.480 kg, con una capacidad de 67,6 metros cúbicos. De acuerdo a las informaciones publicadas hasta la fecha en prensa nacional y regional, sumarían 2.397 los contenedores de comida perdida de PDVAL: 1.197 Puerto Cabello + 800 Tinaquillo + 400 Valencia. La magnitud de la pérdida de alimentos en tal, que de disponerse los contenedores de comida perdida en una larga fila, uno detrás de otro, la misma se extendería 29,22 kilómetros. También si se colocaran uno sobre el otro en una sola ruma, el alto de esta torre de contenedores de alimentos podridos, llegaría a 6.210 metros. Ciertamente, tanta podredumbre de alimentos y del dinero público no tiene precedentes en nuestra historia. Del gigantesco daño causado a la nación, al robarsele la comida de los más pobres, destinatarios frustrados de esta ayuda social del Estado, las investigaciones y establecimiento de las responsabilidades de ley, no es posible recaigan solo en el detenido funcionario ex-presidente de PDVAL, hoy presentado en tribunales como chivo expiatorio, sino también en sus jefes y de otros entes oficiales relacionados con las importaciones oficiales de alimentos sociales, que no supervisaron ni velaron por el correcto manejo y comprobada distribución de los alimentos importados entre los venezolanos más pobres. Por eso, advertimos que el problema no es de alimentos podridos sino de la gente hambrienta que se dejó sin comer, porque los alimentos que el Estado importó, se pudrieron en los contenedores. De allí que este escándalo no lo tapa y menos arregla, enjuiciar a un chivo expiatorio. La corrupción con el dinero público de los alimentos sociales y la agricultura debe, como sus responsables, detenerse.