"La tradición gastronómica y la comida tradicional son, además, valores importantes que afianzan la identidad de venezolano. Tenemos una cocina perfeccionada por muchas generaciones de criollos, con el agregado de otros aportes, que en definitiva han conformado una cocina cosmopolita, que el paladar de cualquier persona puede aceptar con placer, y en la cual puede identificarse un sabor distintivo, con acentos regionales característicos, los cuales podemos sentir siempre, aún al comer un plato tradicional que no conozcamos o cuando se arraiga uno nuevo. Es un sabor con el cual nos sentimos confortablemente, que nos agrada, que no nos cansa, que es la esencia de nuestra cocina; como un hilo conductor, que nuestras cocineras han venido hilando paso a paso y de manera continua. Lo sentimos en la hallaca, que nos hace sentir íntegramente venezolanos donde quiera que nos encontremos, como paladeando a Venezuela; nos trasmite identidad colectiva, sin que claudiquemos de nuestra identidad individual o familiar; sentimiento fielmente sintetizado en una frase muy popular: “La mejor hallaca es la de mi mamá”. Con esta frase expresamos unanimidad marcando una diferencia, que para todos es la misma. Diríase que es una forma de diferenciación o de solidaridad, dentro de la diversidad. (...)
"Para el año 1950 el repertorio culinario venezolano era extensísimo. Asimismo el repertorio básico de las familias era muy amplio; en algunos casos hasta de 30 a 40 platos diferentes. A partir de esa fecha las Venezolanas, como amas de casa, actoras y depositarias de ese acervo, comenzaron a incursionar en campos diferentes del tradicional. También las de oficio cocineras buscaron otras fuentes de trabajo; lo que a la larga se tradujo, en el olvido de buena parte de nuestro repertorio culinario. Quizás puede asegurarse que hoy, el repertorio básico de cualquier familia venezolana no pasa de 15 platos. No es aventurado afirmar que el conocimiento y el repertorio total de platos, para la población nacida en los últimos 50 años, es muy corto. Quizás esa población sienta que no recibieron como herencia la tradición y el patrimonio cultural que debieron. Como consecuencia, -y aunque parezca contradictorio-, crece en los mas jóvenes el interés por conocer y vivir esa parte de nuestra cultura, desconocida para ellos, pero que, felizmente para ellos y nosotros, subsiste y tiende a fortalecerse y ampliarse." (...)
"Si comparamos el repertorio básico de hoy, con el de nuestra población de hace unos 70 años, aún con algunas carencias que tenía, podemos decir que el venezolano de hoy come mal, no hay variedad en nuestra alimentación; la obesidad, la diabetes y otras dolencias relacionadas con la alimentación aumentan día a día considerablemente, constituyendo un serio problema de salud pública. Podemos decir que se hace énfasis, mas que en la comida, en las calorías. En el caso de los niños, la comida que consumen en la escuela desde el preescolar, ya sea llevada de la casa o adquirida en la escuela, deja mucho que desear, no solo desde el punto de vista de la alimentación sino como formadora del sentido del gusto y de la memoria gustativa, así como del aprendizaje para alimentarse bien. De allí se puede inferir una labor importantísima para la Academia hacia la comunidad: la orientación a los venezolanos para alimentarse mejor, y así mismo, a los organismos oficiales que deberían hacerlo y parece que no se percatan de su enorme importancia."
Ref. Armando Scannone. Discurso de Orden en su Doctorado Honoris Causa de la Universidad Metropolitana . UNIMET. Caracas, Octubre 2010
No hay comentarios.:
Publicar un comentario