Durante el 37.º período de sesiones de la FAO, realizado en Roma, del 25 de junio al 2 de julio de 2011, tuvo lugar la Disertación en honor a Frank L. McDougall, pronunciada por el Sr. Kofi Annan, Presidente de la Junta de la Alianza por una revolución verde en África: Lograr la seguridad alimentaria y nutricional a escala mundial: el desafío de nuestro tiempo.
En su disertación, el Sr Kofi Annan, ex-Secretario General de las Naciones Unidas, convertido ahora en el "granjero Annan" como él se llama, está dedicado a abogar por los agricultores del Africa y por extensión del mundo entero. Así disertó:No es necesario, para este público ilustrado, entrar en detalles sobre el aumento de los precios de los alimentos y su incidencia en el bienestar de la gente.
Aunque el incremento de los precios puede tener efectos positivos, la extrema volatilidad que estamos presenciando actualmente —y las incertidumbres que crea— están causando grandes dificultades.
Y las ondas de choque van mucho más allá de la miseria individual. La incapacidad de las familias para satisfacer sus necesidades alimentarias ha sido un factor importante en la inestabilidad política que reina en algunas regiones del mundo.
Sin embargo, en un mundo de precios volátiles y escasez de alimentos, los regímenes represivos no serán los únicos que experimentarán la presión de la frustración y la ira.
Como Lester Brown ha escrito recientemente, los alimentos se han convertido en el motor oculto de la política mundial, y pueden exacerbar los conflictos en el seno de los países y entre ellos.
Lo que es todavía más preocupante es que aun cuando los precios disminuyeran respecto de su nivel récord actual, este alivio podría ser solo temporal.
En efecto el precio de los alimentos responde a presiones a largo plazo que continuarán impulsando la demanda pero dificultará paralelamente el aumento de la producción necesaria para satisfacerla.
La población mundial acaba de superar el techo de los 7.000 millones de personas. El último informe de la División de Población de las Naciones Unidas advierte de que tal vez no se estabilice en 9.000 millones, como había previsto hace solo dos años, sino que podría llegar a 10.000 millones de personas.
Al mismo tiempo, una mayor prosperidad en los países en desarrollo permitirá alimentarse mejor a 3000 millones de personas, y esa clase media en expansión, tendrá un apetito creciente de carne y productos lácteos.
El grano, otrora utilizado para alimentar a la gente, sirve cada vez más para alimentar animales.
El aumento de la población y de la prosperidad podría acarrear por sí solo un incremento de la demanda de alimentos en un 70 % de aquí a 2050.
Esta es la mitad de una ecuación peligrosa. La producción de alimentos se enfrenta a nuevos obstáculos vinculados a la tierra, la energía, el agua y el clima.
El aumento de los precios del petróleo, por ejemplo, ha generado una mayor competencia por parte del sector, fuertemente subvencionado, de los biocombustibles o los agrocombustibles.
Dado que los precios del petróleo siguen aumentando, resulta aún más atractivo transformar el grano en combustible, sin importar las serias dudas que se tengan sobre su ética y sostenibilidad.
Los recursos hídricos están siendo explotados a un ritmo insostenible. La falta de agua está detrás del recorte de dos tercios en la producción de granos en Arabia Saudita en la última década.
Y como ha señalado el Director General de la FAO, no podemos esperar sistemáticamente de la ciencia que permita lograr mayores rendimientos, como sucedía en el pasado.
En los países desarrollados, se ha llegado al límite de la capacidad de la innovación y la tecnología para aumentar las cosechas de cereales.
A todas estas presiones sobre nuestro suministro de alimentos, hay que añadir el efecto catastrófico del cambio climático sobre la temperatura, las precipitaciones, la productividad de la tierra y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos.
El verano pasado en Rusia, las altas temperaturas y la sequía acarrearon una reducción de la cosecha en un 40 % y una prohibición perjudicial de las exportaciones de granos.
Algunos expertos advierten de que tal vez estemos subestimando todavía el impacto a largo plazo del cambio climático en el rendimiento.
Lo que ya está claro es que, en combinación con prácticas agrícolas no sostenibles, el cambio climático está convirtiendo vastas áreas de tierra productiva en cuencos de polvo.
El cambio climático es un terrible legado para nuestros hijos y las generaciones futuras. Sin embargo, hasta ahora, nuestra generación de líderes no ha logrado encontrar la visión o el coraje necesarios para solucionar el problema.
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