domingo, 4 de septiembre de 2011

La prioridad de derogar la Ley de Tierras

importacionespecuarias19992009Muy acertado nuestro amigo, profesor y colega Juan Troconiz, ex- Decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias UCV, cuando dice que "el país necesita que hagamos reflexiones, que deriven en acciones, sobre la marcha de muchas actividades que nos interesan como individuos y como sociedad ". En ese sentido exhorto con esta nota y la gráfica que le acompaña, a reflexionar sobre el terrible daño que a la nación ha causado la Ley de Tierras puesta en vigencia  el 13 de noviembre de 2001, y sus posteriores modificaciones.

De sus terribles efectos destaca la abismal caída de la producción de ganado, carne y lácteos, con su correspondiente y extraordinario auge y dependencia en importaciones preferenciales. a espaldas del campo y el país, que con indignación sigue observando el acoso y despojo por el Estado a los productores de sus fincas y bienes. Y es que con las mismas divisas que se han subsidiado y siguen subsidiando las importaciones agroalimentarias, la agricultura nacional bien podría hoy satisfacer la mayor parte de los alimentos de producción competitiva que necesita el país.

Solo en los tres rubros que referimos aquí, en los 11 años transcurridos desde 199 a 2009, con cifras oficiales (INE Agosto 2011), las compras de ganado en pie totalizaron US$ 1.733,5 millones con promedio de US$ 157,6  millones anuales. Esto mientras las de carne fueron US$ 3.263,2 millones y promedio anual de US$ 296,6 millones. Y en cuanto a lácteos US$ 3.101,1 millones y promedio anual de US$ 281,9 millones. Esto destacando que antes de 2001 y hasta 2003 cuando comienza a sentirse el efecto de los despojos agrarios de los hatos,  el país se autoabastecía de ganado y carne.

Porque Venezuela tiene potencialidad extraordinaria para la ganadería, tal como atestiguan 500 años de tradición ganadera desde que se fundó el primer hato llanero en Gurárico el corazón del llano venezolano, este desangre de divisas que sufre el país debe detenerse por completo. Para ello no nos cansaremos de repetirle al país la prioridad de derogar la oprobiosa Ley de Tierras. Hasta entonces no podrá posibilitarse la producción ganadera ni agrícola a su verdadera potencialidad. Sin propiedad ni propietarios privados, la agricultura y la ganadería en Venezuela no es posible hoy ni nunca.

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