
"Si bien los instrumentos predominantes de la política de precios agrícolas son los macroeconómicos, también existen políticas sectoriales que pueden afectar a los precios reales recibidos por los productores. El instrumento más obvio de la política de precios son los precios administrados o controles directos de precios. Aunque se han utilizado en muchos países, más para los alimentos que para otros productos, van cayendo en desuso a medida que se reforman las políticas.
Un problema fundamental de los esquemas de precios administrados es que resulta imposible que un organismo centralizado sopese continuamente y de forma precisa el equilibrio entre la oferta y la demanda y, por lo tanto, al precio administrado existe casi siempre un exceso de oferta o de demanda. Una oferta excesiva probablemente significa que en la realidad los productores recibían menos que el equivalente al productor del precio administrado, o que el gobierno acumulará costosos inventarios del producto. A través de los canales informales, los consumidores también podrán pagar menos. Una demanda excesiva se traduce en “colas”, el síntoma clásico de la escasez. Debe recordarse que un papel básico de los precios es equilibrar la oferta y la demanda, para lo cual deben ser flexibles.
Cuando se fijan los precios, el único elemento del proceso de mercadeo que puede variar es la cantidad, de manera que todos los impactos sobre el sistema (variación de cosechas, disminución de la demanda global de la economía, etc.) se convierten en fluctuaciones de cantidades, exacerbando de esta manera los problemas ocasionales de excedentes y escasez.
Otro problema con esta política es que para poder sostener los precios fijos, se necesita controlar el comercio. Una clase de intervención en el mercado crea otra. Por esta razón, las importaciones a menudo no alivian la escasez temporal: los gobiernos usualmente no reaccionan con suficiente rapidez para modificar los controles al comercio, tomando en cuenta el tiempo que se requiere para la llegada de las importaciones. Además, los intentos para resolver los excedentes y la escasez creados por los controles de precios pueden generar corrupción y mercado negro.
Debe notarse que los precios administrados casi siempre se usan en favor de los consumidores, más que de los productores, especialmente en alimentos básicos tales como cereales, productos lácteos y aceites comestibles.
Aparte de estos problemas operacionales, hay una dificultad más fundamental con los controles de precios: casi siempre conducen a una mala asignación de recursos en el sentido de sobre o subinversión en la producción de los bienes sujetos a controles. Los precios de mercado no sólo equilibran la oferta y la demanda; si el comercio exterior es libre, también estimulan que la oferta alcance el nivel indicado por las ventajas comparativas del país. El contra-argumento que a veces se esgrime es que la presencia de oligopolios y monopolios en el procesamiento de alimentos requiere la imposición de controles de precios; pero no hay seguridad de que los precios administrados se aproximen más a los del mercado competitivo, especialmente porque están sujetos a influencias políticas. Existen otras respuestas de política para el problema de los monopolios y oligopolios, como se ilustra más adelante.
Por todas estas razones, los controles de precios a menudo empeoran los problemas de escasez de oferta, anulando en el largo plazo los intentos de controlar la inflación mediante el uso de ese instrumento. Un estudio sobre la transición de economías planificadas a economías de mercado en Europa Oriental concluyó que “la liberalización de los precios resulta en menor inflación que la de las políticas de control de los precios”.
Un caso especial de precios administrados es la fijación de precios uniformes en todo el territorio del país, como se ha hecho en Zambia, Perú y otros países. Esta política trata de lograr que el precio de un bien sea igual en todas las regiones del país, mediante decreto administrativo. La falacia de este tipo de fijación de precios es que pretende suprimir los costos de transporte y mercadeo necesarios para desplazar los productos de regiones con excedentes a regiones con carestía. Al no permitir que se reflejen en los precios de los productos según localidades, estos costos tienen que ser pagados por algún otro: el gobierno, los productores o los consumidores. Si el gobierno paga, usualmente toma el control del proceso de mercadeo, para lo cual no está suficientemente calificado. Si el costo se carga a los productores o consumidores, a través del precio establecido, los productores usualmente son los que lo pagan y eso implica un incentivo negativo para la producción. Por otro lado, si el precio en las regiones productoras se establece a niveles artificialmente altos, puede generarse un excedente. A menudo los excedentes pueden sólo exportarse a costa del presupuesto público, ya que el precio al productor puede ser más alto que el precio internacional equivalente, tomando en cuenta los márgenes para el transporte y mercadeo.
Uno de los retos más importantes del desarrollo agrícola es el fomento de sistemas de mercadeo privado eficientes. Negar que esta actividad tiene un costo legítimo constituye un paso hacia atrás en el cumplimiento de ese reto."
Ref. Roger D. Norton . 2004. Política de desarrollo agrícola. Conceptos y principios. FAO. Roma. http://www.fao.org/docrep/007/y5673s/y5673s0r.htm#bm27.1
Notas Agropecuarias Venezuela - Pedro E. Piñate B. MV, MSc. EDITOR
Agro y Cría - www.agroycria.blogspot.com
Un problema fundamental de los esquemas de precios administrados es que resulta imposible que un organismo centralizado sopese continuamente y de forma precisa el equilibrio entre la oferta y la demanda y, por lo tanto, al precio administrado existe casi siempre un exceso de oferta o de demanda. Una oferta excesiva probablemente significa que en la realidad los productores recibían menos que el equivalente al productor del precio administrado, o que el gobierno acumulará costosos inventarios del producto. A través de los canales informales, los consumidores también podrán pagar menos. Una demanda excesiva se traduce en “colas”, el síntoma clásico de la escasez. Debe recordarse que un papel básico de los precios es equilibrar la oferta y la demanda, para lo cual deben ser flexibles.
Cuando se fijan los precios, el único elemento del proceso de mercadeo que puede variar es la cantidad, de manera que todos los impactos sobre el sistema (variación de cosechas, disminución de la demanda global de la economía, etc.) se convierten en fluctuaciones de cantidades, exacerbando de esta manera los problemas ocasionales de excedentes y escasez.
Otro problema con esta política es que para poder sostener los precios fijos, se necesita controlar el comercio. Una clase de intervención en el mercado crea otra. Por esta razón, las importaciones a menudo no alivian la escasez temporal: los gobiernos usualmente no reaccionan con suficiente rapidez para modificar los controles al comercio, tomando en cuenta el tiempo que se requiere para la llegada de las importaciones. Además, los intentos para resolver los excedentes y la escasez creados por los controles de precios pueden generar corrupción y mercado negro.
Debe notarse que los precios administrados casi siempre se usan en favor de los consumidores, más que de los productores, especialmente en alimentos básicos tales como cereales, productos lácteos y aceites comestibles.
Aparte de estos problemas operacionales, hay una dificultad más fundamental con los controles de precios: casi siempre conducen a una mala asignación de recursos en el sentido de sobre o subinversión en la producción de los bienes sujetos a controles. Los precios de mercado no sólo equilibran la oferta y la demanda; si el comercio exterior es libre, también estimulan que la oferta alcance el nivel indicado por las ventajas comparativas del país. El contra-argumento que a veces se esgrime es que la presencia de oligopolios y monopolios en el procesamiento de alimentos requiere la imposición de controles de precios; pero no hay seguridad de que los precios administrados se aproximen más a los del mercado competitivo, especialmente porque están sujetos a influencias políticas. Existen otras respuestas de política para el problema de los monopolios y oligopolios, como se ilustra más adelante.
Por todas estas razones, los controles de precios a menudo empeoran los problemas de escasez de oferta, anulando en el largo plazo los intentos de controlar la inflación mediante el uso de ese instrumento. Un estudio sobre la transición de economías planificadas a economías de mercado en Europa Oriental concluyó que “la liberalización de los precios resulta en menor inflación que la de las políticas de control de los precios”.
Un caso especial de precios administrados es la fijación de precios uniformes en todo el territorio del país, como se ha hecho en Zambia, Perú y otros países. Esta política trata de lograr que el precio de un bien sea igual en todas las regiones del país, mediante decreto administrativo. La falacia de este tipo de fijación de precios es que pretende suprimir los costos de transporte y mercadeo necesarios para desplazar los productos de regiones con excedentes a regiones con carestía. Al no permitir que se reflejen en los precios de los productos según localidades, estos costos tienen que ser pagados por algún otro: el gobierno, los productores o los consumidores. Si el gobierno paga, usualmente toma el control del proceso de mercadeo, para lo cual no está suficientemente calificado. Si el costo se carga a los productores o consumidores, a través del precio establecido, los productores usualmente son los que lo pagan y eso implica un incentivo negativo para la producción. Por otro lado, si el precio en las regiones productoras se establece a niveles artificialmente altos, puede generarse un excedente. A menudo los excedentes pueden sólo exportarse a costa del presupuesto público, ya que el precio al productor puede ser más alto que el precio internacional equivalente, tomando en cuenta los márgenes para el transporte y mercadeo.
Uno de los retos más importantes del desarrollo agrícola es el fomento de sistemas de mercadeo privado eficientes. Negar que esta actividad tiene un costo legítimo constituye un paso hacia atrás en el cumplimiento de ese reto."
Ref. Roger D. Norton . 2004. Política de desarrollo agrícola. Conceptos y principios. FAO. Roma. http://www.fao.org/docrep/007/y5673s/y5673s0r.htm#bm27.1
Notas Agropecuarias Venezuela - Pedro E. Piñate B. MV, MSc. EDITOR
Agro y Cría - www.agroycria.blogspot.com
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