martes, 1 de junio de 2010

Estamos sembrando a ciegas dicen nuestros agricultores

Los agricultores venezolanos atravesamos una etapa de incertidumbre y desconcierto. Son muchos los imponderables que debemos sortear para mantenernos en el proceso productivo; unos atribuibles a factores del entorno, como el clima, sobre el cual poco podemos hacer, y otros relacionados con las políticas publicas, sobre las cuales, y a pesar de participar en todas las instancias oficiales donde se nos convoca, nuestro grado de influencia es prácticamente nulo.


El año 2009 fue, sin duda, el peor año agrícola de la primera década del siglo veinte y uno. En efecto, el año pasado atravesamos la sequía más severa de los últimos cuarenta años. El impacto del clima se tradujo en una significativa disminución de la producción, incremento en costos, caída de la productividad y endeudamiento.

Pero no solo el clima está influyendo en los pobres resultados de la agricultura, confluyen un conjunto de otros factores, cuyo impacto en los resultados agrícolas son más devastadores, entre ellos es importante mencionar:

Las acciones contra la propiedad privada. Continuamente y en toda la geografía nacional, explotaciones agropecuarias de diversa orientación, tipo y tamaño, son intervenidas bajo el expediente de la expropiación o la confiscación.

Diversas fuentes coinciden en afirmar que alrededor de 2.000.000 ha han pasado a manos del Estado bajo la figura del “Rescate”. Son muchos los ejes geográficos amenazados y varios los procedimientos adelantados que indican el propósito de incrementar significativamente esta cifra.

La gran mayoría de la superficie intervenida se mantiene ociosa. En algunas zonas se han ensayado sistemas productivos de altísimos costos y dudosa eficiencia. El resultado neto es una disminución de la producción agrícola y la desincorporación de vastas extensiones de tierras del proceso productivo.

Lo más importante del “rescate” que signa la política agrícola del Gobierno, es su impacto en la inversión. La actividad agrícola es un proceso de domesticación de la tierra que no termina nunca, requiere de inversiones de largo plazo de maduración, las cuales pasan por habilitación de tierras, manejo de suelos y aguas, infraestructuras de servicios asociados a la producción, maquinarias, equipos, cercas, vialidad interna, servicios para los trabajadores, adaptación de nuevas tecnologías, etc.

Cada año, los agricultores reinvierten en su explotación y se endeudan para disminuir el riesgo que representa la actividad. ¿Cómo invertir en una finca amenazada? Qué garantía puede tener un agricultor que sabe su vecino fue visitado por el INTI y seguramente está en un listado de algún funcionario o ente del Estado. Aquí radica el principal obstáculo del crecimiento de la agricultura. No es posible crecer sin inversión y el Gobierno es ineficiente cuando expulsa a los agricultores de la tierra y trata de suplantarlos.

Las expropiaciones a empresas agroindustriales. Los agricultores tradicionalmente hemos batallado con la agroindustria. Una de las razones que privaron para crear nuestros gremios, cuya data cuenta más de cincuenta años, fue el reclamo de condiciones de intercambio desigual entre la industria y la agricultura; no obstante, a lo largo de la historia ambos sectores han reconocido la importancia de cada uno de ellos, su complementación y a pesar de mantener diferencias claras, hemos trabajado por el logro de un entendimiento necesario y avanzado en este proceso.

Las industrias alimentarias constituyen el mercado al cual se dirige más del 80% de la materia prima que sale de las fincas de los agricultores de Fedeagro, con ellas hemos construido vínculos, relaciones comerciales estables y apoyo técnico de extraordinaria importancia. No podemos ser indiferentes a la expropiación que hoy se está materializando en algunas de ellas y sobre la amenaza que se cierne sobre otras. En este sentido rechazamos las expropiaciones y los argumentos sobre los cuales se basa la actuación de los entes gubernamentales contra la agroindustria.

Las importaciones agroalimentarias. El acelerado crecimiento de las importaciones agroalimentarias constituye una limitante para la producción nacional y atenta contra la soberanía alimentaria de la nación. Hemos destacado que gran parte de ellas están subsidiadas en sus países de origen, los procesos productivos en todos los países de donde importamos enfrentan una inflación mucho más baja que la de Venezuela y en consecuencia, los costos de producción son también mucho más bajos que los nuestros, adicionalmente, producen con tecnología transgénica (prohibida en Venezuela) y entran al país sin pago de aranceles. Bajo estas condiciones es imposible ser competitivos y se genera un gran desestimulo a la producción interna.

Entendemos que las transferencias implantadas a través de los programas sociales hayan impactado favorablemente el consumo de alimentos y se requiera acudir las importaciones para satisfacer la demanda interna; no obstante, los volúmenes a importar y el arribo al país de los productos, deben ser concertados con la representación de los agricultores y los procesadores nacionales para evitar daño a la producción interna. Por otra parte, la política comercial debe considerar en la formación de los precios internos, el estímulo al productor nacional y el acceso económico de los alimentos básicos a la población más necesitada, estableciendo los mecanismos necesarios para no crear desequilibrios.

Los precios controlados por el Ejecutivo Nacional. Desde Fedeagro hemos insistido en diversas instancias del Estado, en la severa caída de los precios reales y el crecimiento de los costos de producción de los rubros controlados.

Se pudiera argumentar que deberíamos centrarnos en aumentar la productividad y disminuir nuestros costos. Para lograr este objetivo, necesitamos inversión en tecnología, mejoras incorporadas a la tierra, infraestructura productiva, financiamiento blando y de largo plazo y un clima benigno.

La mayor parte de nuestras asociaciones lideran la modernización agrícola y el cambio tecnológico, son pioneras en la incorporación de innovaciones y sistemas de producción y líderes también en productividad; no obstante, no es posible mantener el ritmo de inversión con el rezago de los precios y las amenazas contra la propiedad de la tierra.

En este ciclo estamos sembrando a ciegas, desconocemos los precios que regirán para este año en los rubros controlados; a pesar de haber invertido tiempo y participado en varias reuniones en el MAT para la discusión de los costos de producción,

El año 2010 es clave para la recuperación del agricultura, si no hay una corrección de la política de precios, no habrá crecimiento.

Los agricultores miembros de las Federaciones, Asociaciones, Cámaras y Cooperativas de Fedeagro, apostamos por la recuperación de la agricultura, estamos entrenados y capacitados en la más noble y difícil tarea de la economía, la de producir alimentos. No nos anima otro interés que el de permanecer en nuestros predios produciendo bienes y productos agrícolas para hacernos menos dependientes de las importaciones y apuntar a la soberanía alimentaria. Para lograrlo necesitamos un clima de tranquilidad y paz que nos permita trabajar sin la amenaza de la intervención y una política comercial que privilegie la producción nacional; tal como consagra el artículo 305 de la Constitución Nacional.

Ref. Comunicado de FEDEAGRO. Caracas, Venezuela. Mayo 31, 2010.

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