miércoles, 18 de agosto de 2010

El Estado ¿ganadero?


Mala señal para todos los venezolanos y en especial los del campo, el anuncio oficial de la expropiación ¨amistosa¨ de la principal empresa privada ganadera de Venezuela: Agroflora, filial de la Compañía Inglesa, C.A. De otra manera no puede recibirse esta noticia.  Después de 3 millones de hectáreas expropiadas más las 11 millones de hectáreas que heredó el Instituto Nacional de Tierras del desaparecido Instituto Agrario Nacional, ha quedado en evidencia que burócrata no es buen agricultor ni ganadero. En consecuencia, solo las cosechas invisibles y los barcos cargados de alimentos importados en los puertos, se multiplican, como la corrupción en todo lo agrícola y alimentario oficial; desde el CAAEZ que ni un kilo de azúcar produce a la fecha, hasta PDVAL y sus miles de toneladas de alimentos podridos. Esto mientras solo a ineptos escogen de ministros de Agricultura o Alimentación, y ponen y quitan los domingos por televisión, y de la noche a la mañana desaparecen corporaciones agrícolas y crean nuevas, sin mayores detalles menos auditoría. Pero volviendo al tema que nos ocupa, de la expropiación ¨amistosa¨ de Agroflora, eso que el Estado asuma la propiedad y gerencia pública de los 9 hatos y 120.000 cabezas de ganado de esta centenaria y emblemática empresa privada, indica que su afán no es construir ni desarrollar, menos fomentar nuevas explotaciones ganaderas que buena falta hacen para resolver el déficit alimentario. Todo lo contrario: desplaza y acaba con la propiedad privada que pasa entonces a ser carga de la administración y el presupuesto público. Para colmo la producción y productividad de esas explotaciones estatizadas se esfuma rápidamente, pues tal como hemos dicho al principio, burócrata no es buen agricultor ni ganadero. Ni aquí, ni en Pekin ahora Beijing, China, donde por cierto la privatización avanza dejando atrás décadas de hambre y atraso tras la estatización comunista. Otra cuestión preocupante es la invasión y depredación de los predios estatizados, donde los seguidores del gobierno o los mismos funcionarios dispuestos a cargo, a través de interpuestos, cooperativas y las llamadas comunas anónimas, se parten y reparten la tierra, el ganado, las maquinarias, y por supuesto los agrocréditos que sin garantía ninguna se otorgan rápidamente pues luego serán condonados y hasta el fondo de crédito agropecuario de donde disponen el dinero público para tales repartos, cambian de nombre y desaparecen en un santiamén. Por todo esto, como ciudadano de un país donde la cordura económica escasea entre los que por ahora gobiernan, advertimos que es suicida para el Estado asumir los roles del sector privado mediante su desplazamiento o exterminio. Y es que a la vista están los números del monto en divisas duras de las importaciones de alimentos a las que nos condena el atraso del campo y su estatización. Ahora bien, si lo que se pretende es convertir a Venezuela en hacienda particular, recordamos que exactamente un año antes de iniciar sus actividades ganaderas en Venezuela la Compañía Inglesa cuya filial Agroflora ahora se expropia, en 1908 o sea hace 102 años, arribó al poder el general Juan Vicente Gómez garantizando el pago de la deuda externa y finalizando los pleitos con las compañías extranjeras. Gobernó al país con extrema crueldad hasta su muerte el 17 de diciembre de 1935, haciendo de Venezuela su hacienda particular. Así llegó a ser el primero de los dos únicos latifundistas que ha tenido el país, asegurando el monopolio de la carne mediante el mejor control de los negocios pecuarios. Poseía unas 300.000 cabezas de ganado en más de 30 hatos. Tres hatos en Apure: Araguita, La Candelaria y La Guanota; En la zona de Camaguán tenía seis: Corocito, El Caimán, Flor Amarilla, Flores Moradas, Santa Bárbara y Santa Rita. En la región de El Rastro tenía cuatro: El Arbolito, El Vazqueño, La Romereña y La Trinidad. Cinco en la zona de Valle de La Pascua: Barranca, La Hogaza, la Unión, Morichito y Rinconote. Dos en Cojedes: San Bartolomé y Santa Isabel. En San Carlos tenía seis: El Laurel, Las Babas, El Guabinero, El Jobo, El Totumo La Fortuna. Uno en Bolívar y otro en el Zulia: El Chao. Tres en Monagas. Además poseía nueve haciendas en el estado Aragua, en el Táchira, y otras regiones. A diferencia del otro latifundista que es el Gobierno actual, quién heredó 11 millones de hectáreas de la reforma agraria y ya ha confiscado otras 3 millones más, Gómez no tuvo improductivo ningún hato, hacienda o empresa agroindustrial. Por el contrario todos eran productivos como el Central Tacarigua, el Lactuario de Maracay y la Ganadera Industrial Venezolana de los que fue accionista mayoritario. Tampoco “El Benemérito” sacó dinero al exterior, ni mantuvo gobiernos chulos extranjeros. Sin embargo se adueñó del negocio petrolero y hasta del ganadero tal como hoy hace el Gobierno. Por eso que quede claro: Venezuela no es hacienda particular de nadie, ni dictador es modelo.

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