Del tiempo último perdido en el desarrollo agrícola de Venezuela, son responsables las malas políticas que aplican. Por eso cada año aumentan el déficit de la producción agroalimentaria y la dependencia en importaciones. Acostumbrado al populismo y la demagogia, el gobierno pretende ignorar que el campo debe ser rentable. Que los agricultores y ganaderos, sean pequeños, medianos o grandes, tienen que cubrir los costos de producción, tener garantías de precios mínimos para sus cosechas y productos, y obtener una merecida ganancia por su inversión, riesgo y trabajo. Caso contrario no hay producción posible.
Además deben recibir apoyo y servicios del Estado sin exclusiones, como crédito a tasas asequibles, seguro agrícola, investigación y extensión, sanidad agropecuaria, certificación de semillas, agrometeorología, sistemas de información de precios y mercados, vialidad e infraestructura rural, de riego, drenaje, silos, etc. Esto acometiendo a la vez el desarrollo rural que haría más habitable el campo contando con todos los servicios.
De allí que alimentar a nuestra población cada vez más numerosa y urbana, requiere intensificar y empresariar rápidamente la producción agropecuaria. Todo lo contrario al dictado del falso agrarismo que en oprobiosa Ley de Tierras ordenó “volver al conuco” multiplicando el pauperismo rural. Por eso aunado al atraso causado al campo y los abusivos despojos de fincas privadas, destaca el impacto negativo del control de precios entre las causas determinantes de la caída de la producción de casi todos los rubros regulados. Ciertamente, el campo debe ser rentable para que se produzca aquí la mayor parte de la comida. Para ello, los gobiernos y gobernantes por venir, deberán hacer de este concepto una política de Estado que trascienda al futuro y éxito de nuestra nación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario