El domingo 8 de agosto de 2010, una nueva razia ordenó públicamente el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, contra los propietarios de haciendas y hatos del llano venezolano. Por eso es importante conocer de la
colectivización de la agricultura en Rusia porque es mucho lo que en Venezuela todos los venezolanos debemos hoy en día tener presente, para rechazar esa política similar que el gobierno plantea y ejecuta anticonstitucionalmente haciendo caso omiso a la Historia, incluyendo como se obligó a los campesinos rusos a entrar en los koljoses o granjas colectivas a punta de fusil en los años 30. De esa política monstruosa que provocó el colapso de la agricultura soviética, la hambruna resultante determinó la muerte de millones de personas. Por eso nadie en Venezuela puede ignorar menos permanecer pasivo ante la posibilidad real de que una experiencia muy similar con sus nefastos resultados nos suceda si el comunismo se nos impone.
LA COLECTIVIZACIÓN DE LA AGRICULTURA EN RUSIA
"La situación en la agricultura era mucho peor. Bajo Breznev, se necesitaban cuatro obreros agrícolas para conseguir los mismos resultados que un granjero americano. La agricultura soviética todavía no se había recuperado de la colectivización forzosa de los años 30, cuando los campesinos destruyeron las cosechas y mataron a los animales. El número de caballos y cerdos cayó un 55 por ciento, el de ovejas un 66 por ciento, etc. Entre 1930 y 1955, la producción agrícola per cápita (excluyendo las cosechas técnicas) y el número de animales de granja per cápita (para cerdos sólo se aplica a 1953) era menor que en 1916, y para animales astados y vacas, la cifra no había alcanzado el nivel de 1913 ni el de 1928. La productividad de la tierra siguió siendo muy baja. Según un informe de 1982, un obrero agrícola alimentaba a seis personas en la URSS, comparado con 40 en los EEUU. A pesar de todas las inversiones y recursos, la economía soviética era incapaz de aprovecharse de esos factores. Tampoco Breznev fue capaz de solucionar los problemas de la agricultura soviética. Al contrario, estos empeoraron continuamente. La agricultura seguía siendo el talón de Aquiles.
Esto tenía consecuencias directas sobre los niveles de vida. Las siguientes cifras sobre la dieta ilustran la diferencia entre los niveles de vida en EEUU y la Unión Soviética. En la URSS el 48 por ciento de las calorías se derivaban de granos (principalmente pan), comparado con un 22 por ciento en los EEUU. Por otra parte sólo el 8 por ciento se obtenían de la carne y el pescado, contra un 20 por ciento en los EEUU. Los ciudadanos soviéticos consumían la mitad de la carne que en los EEUU, y menos que en Polonia. Incluso a este nivel elemental, Rusia iba por detrás. La URSS tenía que importar grano. Esto costó 6.500 millones de dólares sólo en 1984. Sin embargo, potencialmente, la agricultura soviética podría alimentar al mundo.
La agricultura es más complicada que la industria porque aquí se trata de los elementos, naturales y humanos. Sólo hay dos manera de conseguir una mejora duradera de la productividad en la agricultura: o la aplicación general de mejoras técnicas y maquinaria, o asegurando una mayor motivación de la fuerza de trabajo. De hecho, las dos cosas van juntas. Incluso si hay maquinaria moderna disponible, si los obreros rurales no están motivados para trabajar adecuadamente y conseguir los mejores resultados de los instrumentos a su disposición, no es posible conseguir los resultados deseados. Esta motivación humana sólo se puede garantizar de dos maneras: o el campesino o proletario rural está moralmente inspirado y convencido de la necesidad del socialismo, o por incentivos materiales. La burocracia rusa era incapaz de conseguir ninguna de las dos. Sobre bases socialistas, el problema se podría resolver fácilmente. Pero la tarea de introducir una conciencia diferente en el campesinado significa cambiar su relación con la sociedad, contactar con otros productores, participación en la sociedad, democracia, cooperativas, etc. Esto es imposible sobre la base de un régimen burocrático.
En las condiciones extremas del "comunismo de guerra", los bolcheviques se vieron obligados a recurrir a las requisas de grano para poder alimentar a los obreros hambrientos de las ciudades, en un momento en el que el colapso de la industria significaba que era imposible darles a los campesinos mercancías a cambio de sus productos. Pero esto siempre se consideró como una medida temporal a la que el Estado obrero se había visto obligado a recurrir en una situación excepcional cuando la existencia de la revolución estaba en peligro. Pronto se abandonó esta política en favor del libre mercado de grano y la Nueva Política Económica. Lenin y Trotsky estaban a favor de la colectivización gradual a través del ejemplo, y mientras tanto, favorecieron las cooperativas. Pero nunca contemplaron la posibilidad de obligar a los campesinos a entrar en los colectivos a punta de pistola, tal y como hizo Stalin en los años 30. Esta política monstruosa provocó el colapso de la agricultura soviética, una hambruna terrible y la muerte de millones de personas. La agricultura soviética nunca se recuperó de esta política loca y criminal de Stalin.
En ninguna parte se notaba más el peso muerto que representaba la burocracia. Intentaron culpar al clima. Es cierto que el invierno ruso presenta problemas desconocidos en climas más benignos, pero con tecnología moderna se podía haber superado en gran medida este factor. El problema no era el tiempo sino la actitud hostil de la población rural. Incluso en los sitios donde se construyeron silos, a menudo se dejaba el grano bajo la lluvia para que se pudriese. A un tractorista se le pagaba por superficie arada, de tal manera que le era mucho más rentable arar superficialmente. Todos los defectos de un régimen burocrático se multiplicaban por ciento—mala gestión, estafas, condiciones de transporte caóticas—combinadas con las condiciones todavía atrasadas del campo ruso—todo se combinaba para provocar el sabotaje a gran escala.
En el pasado se había dejado de lado la agricultura, pero ese ya no era el caso. El problema no era la falta de inversión. La burocracia estaba invirtiendo grandes cantidades en la agricultura, que en este momento llegaba a un tercio de toda la inversión civil. Sin embargo, no podía conseguir los resultados deseados. Los EEUU, por ejemplo, sólo dedicaban el 5 por ciento de su PIB a la agricultura pero obtenían resultados mucho mejores. A pesar de la inversión a gran escala y la producción de tractores en las granjas colectivas, la productividad oficial del trabajo agrícola era una cuarta parte de la de los EEUU. Con casi una tercera parte de la población (27 millones) trabajando todavía en la agricultura, seis veces más que en los EEUU, la Unión Soviética tenía 20 veces más obreros agrícolas por tractor que ellos. Los ingresos medios de un granjero colectivo ruso eran la mitad de los de un obrero industrial. Los jóvenes abandonaban las aldeas a un ritmo de dos millones al año. La agricultura estaba enormemente subvencionada, recibiendo un 27 por ciento de la inversión total.
La URSS era el mayor productor de tractores del mundo. Su superficie de cosecha era dos tercios mayor que la de los EEUU. Sin embargo, debido a la baja calidad y reparaciones poco eficaces, la vida media de un tractor soviético era sólo de cinco o seis años. Esto significaba que cada año había que sustituir 300.000 tractores. A pesar del aumento del número de tractores, el rendimiento anual por tractor en las granjas colectivas en los años 60 disminuyó —en el período de 1960-67 bajó un 17 por ciento¾ . La Unión Soviética era un vasto subcontinente. Sin embargo sólo se utilizaba un tercio de los camiones que se utilizaban en los EEUU en la agricultura.
"Actualmente" escribió Medvedev en 1972, "un obrero agrícola en los EEUU en la práctica está tan bien equipado con los medios de producción como un obrero industrial, y en algunos terrenos incluso le supera. En 1960, cada obrero agrícola americano tenía 39 caballos de potencia a su disposición, comparado con 5,4 para su equivalente soviético. En 1967, el suministro de potencia a un obrero agrícola en los EEUU había aumentado a 78 caballos, se había duplicado exactamente. La cifra equivalente para la URSS en el mismo período era de sólo 8,8, un aumento del 65 por ciento". (Roy Medvedev, op. cit., p. 12).
Entre 1966 y 1970, se entregaron 1,5 millones de tractores a las granjas colectivas, pero se eliminaron 1.150.000 del stock existente. También se entregaron medio millón de cosechadoras, pero se deshicieron de más de 350.000. Esto explica el tono preocupado del discurso de Breznev en el 23 Congreso del Partido en 1966:
"El Comité Central considera necesario llamar la atención también sobre otro problema, el de la utilización de la maquinaria en las granjas colectivas y estatales. El campo está recibiendo constantemente un número cada vez mayor de tractores, camiones, cosechadoras y otra maquinaria. El trabajo está adquiriendo las características del trabajo industrial. Sin embargo, en los últimos años, ha habido una caída en muchos de los indicios clave de utilización de la flota de máquinas y tractores. Los operadores de las máquinas tienden a abandonar sus puestos de trabajo, provocando fluidez en la fuerza laboral. Todo esto crea dificultades. Hay que ampliar hasta el máximo los centros de reparación de maquinaria agrícola, hay que suministrar a las granjas colectivas y estatales y a las fábricas Selkhoztehnika con equipos modernos y hay que dar mejor formación y mayores incentivos materiales a los operadores de la maquinaria", etc. (Report of the 23rd Congress CPSU, pp. 89-90).
Leyendo este informe entre líneas, vemos un panorama de granjas colectivas equipadas con maquinaria vieja, o máquinas de poca calidad que se estropean continuamente, y una fuerza de trabajo poco cualificada, sin motivación que no cuida ni repara esta maquinaria, y a la que hay que sobornar con más incentivos materiales para que lleve a cabo las tareas más básicas. La situación había cambiado poco desde que Trotsky escribió: "El tractor es el orgullo de la industria soviética. Pero el coeficiente de utilización efectiva de éstos es muy bajo. Durante el último ejercicio económico, el 81 % de los tractores tuvo que someterse a reparaciones importantes y muchas de estas máquinas se inutilizaron durante las labores del campo." (Trotsky, La revolución traicionada, pág. 56)
En los años 50, como consecuencia de las reformas de Kruschev, la producción agrícola aumentó. Pero bajo Breznev, la posición volvió a empeorar. En los años 50 la tasa de crecimiento anual de la producción agrícola fue del 4,9 por ciento. En los años 60, cayó de nuevo al 3 por ciento, y más adelante a un miserable 2 por ciento. Y en los años 70 hubo un declive real en la productividad agrícola. Sin embargo, la inversión en la agricultura había aumentado enormemente. La agricultura absorbía el 20 por ciento del total de la inversión nacional, el doble del nivel de preguerra. La producción de fertilizantes también aumentó. Sin embargo el producto agrícola neto se mantuvo obstinadamente bajo. Esto era parcialmente el resultado de la emigración de la juventud de las aldeas, y la consiguiente falta de mano de obra. En 1980 sólo el 20 por ciento de la población trabajaba en el campo, y eran principalmente gente mayor. Pero eso no puede explicar todos los problemas. En Europa occidental se dio una emigración todavía mayor del campo a la ciudad, y sin embargo, la productividad del trabajo en la agricultura aumentó enormemente.
La causa real era la resistencia pasiva y el sabotaje de una mano de obra agrícola alienada, sumada al enorme despilfarro, mala gestión, ineficacia y corrupción del sistema burocrático. Breznev intentó aumentar la motivación de la mano de obra rural autorizando pequeñas parcelas de tierra en los koljoses. De hecho lo incluyó en el artículo 13 de la nueva constitución. Una medida de ese tipo no era incorrecta, dada la situación. Hasta que el desarrollo de los medios de producción es suficiente como para garantizar a la población rural un nivel de vida decente, hasta que las granjas colectivas, equipadas adecuadamente con maquinaria moderna, hayan demostrado en la práctica su superioridad sobre la producción individual a pequeña escala, es necesario hacer concesiones a los pequeños negocios, tanto en las ciudades, como especialmente en el campo. Bajo Breznev las pequeñas parcelas sólo representaban el 3 por ciento del total, pero producían un tercio de la carne, leche y verduras, más de un tercio de los huevos y sorprendentemente, casi una quinta parte de la lana.
Las autoridades estaban preocupadas por la gravedad de los problemas en el campo porque existe un vínculo directo entre la agricultura y la producción de bienes de consumo, y por lo tanto el nivel de vida. En su informe económico al Congreso del Partido en 1966, Alexei Kosygin señaló la ralentización en la tasa de crecimiento de los ingresos reales, que él vinculó en parte a la baja productividad del trabajo, pero también a la agricultura:
"Como resultado del retraso en la agricultura, la comida y las industrias ligeras quedaron por debajo de sus objetivos y esto ralentizó el crecimiento del ingreso nacional y de la prosperidad de la nación". (Report of the 23rd Congress CPSU, pp. 175).
Una serie de malas cosechas acabaron en el desastre de 1972. En marzo de 1974 el régimen aclamó un gran vuelco en la situación con la producción de 225 millones de toneladas. Sin embargo, debido a la escasez de sitios de almacenamiento, sólo se pudieron salvar 180 millones de toneladas. Esta catástrofe estaba vinculada directamente a la mala gestión burocrática, el flagelo de la agricultura soviética. Por falta de silos, dislocación del transporte o simplemente por chapucería se dejaba que se pudriese el grano al aire libre. Más tarde, diferentes dirigentes soviéticos intentaron superar los problemas de la agricultura pero sin éxito. El problema era inherente al propio régimen burocrático."
Ref. Ted Grant. Rusia de la revolución a la contrarevolución. Un análisis marxista. VI- El período de estancamiento - Fundación Federico Engels