jueves, 8 de julio de 2010

Venezuela: los del campo estoicos resistimos


Hay en Venezuela el pensamiento colectivo de que el país debe definitivamente cambiar para mejor. Lamentablemente no piensan así quienes desde Caracas comparten anticonstitucionalmente las altas funciones del gobierno con La Habana, explicándose entonces la complicadísima situación política del país. Por eso se obstinan estos en seguir adelante con su pretendido proyecto Castro comunista para Venezuela, que la mayoría de venezolanos ya rechazamos en Referéndum Constitucional, y seguiremos rechazando. En consecuencia, el deterioro de la economía no se ha hecho esperar, mientras crece sostenidamente la del resto de Latinoamérica y del Mundo. Tras el derrumbe de la economía, las presiones sociales son inmensas, mientras el clientelismo que ha sostenido al gobierno es más difícil de atender. La producción petrolera es mucho menor, y las ventas prepagadas por China ya gastadas, como el virtual fiado o regalo de petróleo diario a Cuba y otros países, reducen a la mitad el ingreso disponible en dólares, con lo cual la provisión de divisas a través de Cadivi y del BCV es mucho más reducido. En estas condiciones el funcionamiento de las empresas privadas, ya por demás dificultado por la confiscación, amenazas y controles, es cada vez más difícil, comprometiéndose la producción de bienes y servicios, el PIB no petrolero y el aporte a la recaudación fiscal. De cómo todo esto se refleja en el ciudadano común, basta la visita al mercado para las obligadas compras de alimentos, y la carestía de la vida en general, para descubrir que la economía nacional es un desastre. Aparte de esto no hablemos de la inseguridad personal o jurídica, que los del campo hace tiempo la perdimos, explicando porque no se produce suficiente alimentos en Venezuela, aparte de la política de puertos, evidenciada en su máximo drama con el caso de las 122.000 TM de alimentos podridos y vencidos de PDVAL/PDVSA que se trata y mantiene oficialmente como “una menudencia” con solo tres chivos expiatorios detenidos y la mayor impunidad de los verdaderos pillos en el alto gobierno. Por todo esto, muchos compatriotas piensan que llegamos al principio del fin, aunque tal vez es solo el fin del principio, creo nadie podría definirlo. De allí que la actitud más correcta es para cada quién, es seguir adelante, trabajando en su diaria labor. Puede que un día de estos cualquiera, el azar nos sorprenda a todos con un país cambiado para mejor, o simplemente lleguemos al fin o sea a lo peor. Y es que en un país donde la gente solo calla y otorga, los pillos siguen haciendo de las suyas que es delinquir. Así cambiar para mejor no es una meta u objetivo ciudadano como debiera, sino un azar, con menos probabilidades de lograrse que seguir para peor. Ciertamente cada ciudadano venezolano hoy, debe decidir su propia suerte y destino, entre aguantar callado hasta morir sin vergüenza haciéndose el ciego, sordo y mudo, ante tantas tropelías, o seguir resistiendo en medio del mutismo y la pasividad colectiva, sobrevivir y sacar el país adelante trabajando cívicamente por un país mejor. Por nuestra parte le decimos a todos nuestros compatriotas, que los del campo estoicos resistimos trabajando por un país mejor.

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